Domenech, único rector del Estado que preside un Consejo de Estudiantes

Da la sensación de que nuestro “querido” rector se ha coronado emperador. Decidido a terminar con “los radicalismos”, como ya anunciara en su discurso como candidato a Rector, Doménech se ha coronado presidente del Consejo de Estudiantes de la ULL.
Aunque no le votamos para el rectorado, teníamos un candidato mejor (el pato, no se confundan), nos pareció, el señor Doménech, un personaje tierno y simpático. Pero la situación ha cambiado, de aquel ser sensible y amable queda bien poco. El jefe de la ULL ahora se ha propuesto controlar cualquier foco de resistencia, y en este sentido, no sólo ha impuesto un Consejo de Estudiantes de espaldas al alumnado de la ULL, sino que se ha nombrado el mismo presidente.
No debe extrañar, por tanto, que este episodio nos recuerde a la auto-coronación de Napoleón Bonaparte. No queremos hacer desafortunados paralelismos, en el fondo no queremos ni molestar, pero la historia esta llena de episodios como este, que no dejan de ser inquietantes.
En su momento, la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario (AMEC) denunció la formación del denominado Consejo de Estudiantes, considerando que la composición del citado órgano no advertía la disparidad en la representación claustral, aparte de que tenía los visos de convertirse en una herramienta de control político orquestada por el rectorado, ya que presume la usurpación del papel que, de forma individual, deben asumir los grupos de alumnos en el Claustro. Así mismo, se limitaba la disidencia crítica que se correspondería con la pluralidad ideológica que debería caracterizar a una democracia. En este sentido, el sistema de mayorías que puede darse en el CONSEJO DE ESTUDIANTES DE LA ULL es muy probable que atente contra otras mayorías, más democráticas y representativas. A todo esto, se sumaba la perversidad de que el Consejo fuera presidio por el rector.
Desde AMEC considerábamos, también, que era pertinente que los grupos de alumnos, miembros o no del Claustro de la ULL, nos reuniéramos para deliberar sobre los asuntos que nos atañen. En este sentido, creemos que es importante que se creen espacios (mesas de debate) en las que el alumnado pueda participar.
A lo largo de la historia de la ULL, la izquierda estudiantil se ha opuesto a la creación de los denominados consejos o juntas de estudiantes, puesto que las mismas se han orquestado siempre desde el Sistema con la intención de usurpar el papel de la crítica estudiantil y situar a un grupo de alumnos, domésticos o domesticados, en la cabecera de la representación del alumnado. El funcionamiento, débil, pero más o menos democrático, de las comisiones que se creaban para propiciar el denominado órgano estudiantil, permitía al alumnado de izquierdas frenar las intenciones hegemónicas de los perniciosos estudiantes de la derecha. Estos estudiantes, adulones y trepas profesionales, veían languidecer sus esfuerzos ante el empuje de los que defendían un modelo de universidad más democrática y participativa. Ante esta posibilidad, que el Consejo de Estudiantes se quedara atascado en los debates fruto de su propia inconsistencia como órgano de representación democrático, el rector lo ha impuesto a modo de decretazo aprovechando su mayoría en el Consejo de Gobierno.

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