Este Plan es el último “sonajero” que menea el rector de la ULL: “mucho ruido y pocas nueces”. La primera medida, la reducción de “la percepción del complemento de cargo académico, en un 25%, a los Vicerrectores, Secretario General, Asesores, Directores de Secretariado…”, y la aplicación al rector y al gerente de “una reducción en sus retribuciones”, también del 25%, se configura como una medida efectista pero no efectiva.
El resto de medidas propuestas en dicho Plan son, como la primera, insuficientes, pero se debieron aplicar desde antes de la crisis, puesto que el ahorro de agua y energía eléctrica forman parte de una lógica que debe estar presente en la política seguida por cualquier institución pública, con crisis o sin ella.