En el discurso se repasan buena parte de los problemas que afectan a la Universidad de La Laguna, bosquejando un plan de actuación, un giro en las políticas que se vienen desarrollando en la ULL. AMEC trata de entrar en el fondo de los problemas y no quedarse en la superficie para, de esa forma, intentar superar ese “estado de excepción” que estamos viviendo:
“En la ULL también sufrimos ese estado de excepción. El ataque contra los servicios públicos, el desmantelamiento de la sanidad y la educación públicas, quiebra los frágiles cimientos de nuestra universidad. La precariedad, que ha situado históricamente a esta institución en el vagón de cola de sistema universitario español, muestra, ahora, una ULL esquelética, obligada a justificar ante la sociedad y los políticos su propia existencia. La universidad debe tratar de “convencer” en un escenario político y social adverso”.
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Buenos días:
Nuestras primeras palabras de esta legislatura van dirigidas a la memoria del estudiante Javier Fernández Quesada, asesinado a tiros por la Guardia Civil a unos pocos metros de este Paraninfo, hace ya 35 años. Han pasado treinta y cinco años y este crimen permanece impune. Necesitamos recordar a Javier Fernández Quesada, recordar para pedir justicia, para romper el círculo de la infamia. Recordar para que la impunidad de la historia no oculte a los responsables de su muerte: sus asesinos, los que dieron las órdenes y los que han enterrado la verdad durante todos estos años. Como muestra, traemos un fragmento de la comisión de investigación sobre el caso, publicado por Rosa Burgos en “El sumario Fernández Quesada. ¿Una transición modélica?», para que todos oigamos como el rector de aquel entonces, Antonio Bethencourt Massieu, prácticamente, le echa la culpa de su propia muerte al estudiante asesinado:
“Yo me pregunto [prosigue el rector] por qué es este chico el que cae. Pienso que a lo mejor puede haber ocurrido -no consta en la autopsia, no lo han detectado, porque no conocían sus antecedentes- que en ese hostigamiento a las Fuerzas de Orden Público, enfrentamiento o como lo queramos llamar, si este chico tiene alguna dosis de droga dentro del organismo, puede que pierda en el sentido de la realidad y que se quede el último. Piensa, quizás, que él solo con cinco piedras, primero descalabra a uno y luego a otro, porque está fuera de la realidad. Es como el que pierde el sentido de la gravedad y salta por la ventana … La verdad es que se pega el trastazo porque la ley de la gravedad siempre funciona.”

Por nuestra parte: ¡Ni olvido ni perdón! ¡Justicia para Javier! ¡Abajo la impunidad!
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Una vez más, nos subimos a esta tribuna como el grupo mayoritario del estudiantado. AMEC vuelve a ganar. El estudiantado de esta universidad vuelve a ganar. En contra de la política opresiva y ahogante que se ejerce sobre los estudiantes de esta casa, continuamos victoriosos, gana la lucha y el trabajo.
El pasado 28 de noviembre, el alumnado habló. ¿Y qué dijo?: ¡No a Doménech!; y ha sido la segunda vez, no olvide, Eduardo, sus resultados en el sector del alumnado en las elecciones a rector del pasado año.
Por tercera vez consecutiva nos hemos proclamado grupo mayoritario de este Claustro. Hemos Ganado en 14 de las 29 mesas, destacando nuestra aplastante victoria (de nuevo) en la mesa de la Facultad de Psicología, hecho que queremos hacer constar al señor Pedro Benito Avero Delgado, presente en esta sala (si no está, debería estar presente). Asimismo, hemos sido segundos en otras 8 mesas. AMEC es lo que quiere el alumnado en el Claustro de la ULL. Y, en este sentido, les animamos, en especial a usted, señor rector, a respetar la decisión del alumnado de esta universidad. No traten de quitar peso a lo que ha designado la mayoría del alumnado, no traten de manipular la realidad con el ya clásico análisis de que «votaron poco alumnos». Hablemos de comunidad universitaria, hablemos de personas, si hablamos desde esos parámetros, AMEC fue el grupo con mayor respaldo de los que se presentaron a las pasadas elecciones.
Podríamos detenernos un poco más en el asunto electoral, pero la situación que vivimos en esta Casa nos obliga a pasar a otras cuestiones más perentorias.
La crisis económica
La crisis económica está destruyendo la aparente placidez insular. La crisis puede ser entendida como un desbordamiento total de la realidad, el desbordamiento de lo que hasta hace apenas un par de años era admisible para muchos; aunque no está de más recordar que, en estas islas, hemos vivido siempre amenazados por la pobreza y el desempleo. Canarias ha padecido desde siempre un desencaje total, una desestructuración sistémica, que se corregía a base de represión y de programas político-económicos que, en la mayoría de los casos, fomentaban la emigración de los naturales. La historia de Canarias se puede resumir en una sola palabra: desposesión. La historia de Canarias es la historia de la desposesión.
Por tanto, una vez más, el hambre, los desahucios, las muertes en la calles, los atropellos contra los débiles, la represión contra las personas que luchan, la persecución de los colectivos que disienten y critican, una vez más, la excepción reivindica su primacía, la excepción como lo normal.
En la ULL también sufrimos ese estado de excepción. El ataque contra los servicios públicos, el desmantelamiento de la sanidad y la educación públicas, quiebra los frágiles cimientos de nuestra universidad. La precariedad, que ha situado históricamente a esta institución en el vagón de cola de sistema universitario español, muestra, ahora, una ULL esquelética, obligada a justificar ante la sociedad y los políticos su propia existencia. La universidad debe tratar de “convencer” en un escenario político y social adverso.

No obstante, las primeras y únicas víctimas, de momento, son los alumnos y alumnas; los mil estudiantes que, según el rector de esta universidad, no se matricularon en el presente curso académico por la subida de las tasas. A lo que se une la exigencia de nuevos requisitos para la obtención de las becas y los problemas vinculados a su gestión. Todo bien aderezado por el recorte de servicios que ofrece la institución y el encarecimiento de muchos otros.
La precariedad inunda todos los aspectos de la vida universitaria, y la información no termina de fluir, las quejas terminan en la papelera y se nos amenaza, constantemente, con recortar nuestra participación en los órganos de decisión. A todo esto, se une un Servicio de Inspección que ha sido utilizado como mecanismo de control ideológico, una herramienta silenciadora al servicio del rector. Y en medio del fracaso, la continuidad de esa reconversión universitaria, el Plan Bolonia. El desmantelamiento de la universidad pública, justificado por supuestas medidas de modernización de la educación superior. La realidad se resume en menos becas y matrículas más caras. Ahora nadie lo puede negar, aunque algunos ilusos sigan aludiendo a revoluciones pedagógicas y otras “machangadas” por el estilo. Bolonia es la universidad del Capital, Bolonia es la universidad de la crisis y la desposesión. Hasta el momento, la propaganda institucional y la represión habían conseguido ocultar parte del mensaje crítico que proyectábamos los estudiantes en relación a la aplicación de determinadas políticas, pero la crudeza de la crisis y el fracaso de la extinción de titulaciones (cientos de alumnos y alumnas perjudicados) han puesto sobre el tapete la trama perniciosa de ese proceso de transformación de las universidades públicas.
La crisis se ha convertido para la ULL en una trama folletinesca de la que se nos va dando cuenta en diversos episodios. Nuevos recortes que se unen a otros, el fracaso del modelo Doménech (sin dinero vale lo mismo que nada nuestro querido rector), la pérdida de financiación del tan mentado Campus de Excelencia, la decadencia y el envejecimiento de las instalaciones universitarias, el abandono, literal, de algunos de nuestros Campus; pueden darse un paseo por el Campus Central, por la Facultad de Medicina, Bellas Artes, Educación, el Aulario de Guajara, la Residencia Universitaria Parque de las Islas y un largo etcétera.
Y, ahora, un nuevo episodio, el recorte que el Gobierno de Canarias pretende ejecutar sobre el ámbito científico y académico de las Islas. El borrador de los Presupuestos para 2013 es extremadamente lesivo para los proyectos de investigación desarrollados en la ULL, lo que ocasionará que desaparezca un posible nicho de empleo para los investigadores y una posibilidad para que los estudiantes se puedan seguir formando.
El Gobierno de Canarias pretende reducir en un 96% la partida destinada a becas y contratos dentro del Programa Investigador. 102 jóvenes investigadores canarios se quedarán sin financiación y no podrán continuar sus tesis. Se paralizará la investigación en universidades y hospitales. Se limitará el acceso a nuevos investigadores. Peligrará el futuro investigador de las universidades canarias… Por todo esto, apoyamos las acciones de protesta programadas para mañana martes 18 a las puertas del Parlamento de Canarias.

Se consolida un modelo de universidad excluyente
El panorama general que nos encontramos señala el aumento de las matrículas (en este curso hemos visto como determinadas asignaturas llegaban a costar hasta 800 euros y matrículas enteras rozaban los 3000) y un sistema de becas que tiene como objetivo terminar con las becas. Todo ha sido muy bien calculado: primero se montan un discurso sobre el buen uso del dinero público (el mismo que se ha regalado a los bancos a manos llenas), luego se cambian los requisitos, y, finalmente, se van extinguiendo los programas de becas. Esto ya ha llegado, el mitológico estado del bienestar ya no tiene capacidad para reproducir el discurso de la sonrisita a modo de EMOTICONO cachondo. Las mentiras solo flotan un tiempo, luego se hunden en su propia miseria.
La ULL celebra el NOSECUANTOS cumpleaños de la Fundación Empresa Universidad de La Laguna (FEULL). ¿Qué es lo que se celebra?: ¿el negocio redondo de los cursos de idiomas?, ¿las prácticas basura?, ¿las becas de miseria? La FEULL merece una fiesta para algunos, unas cuantas fiestas privadas, no negamos que ha sido un gran invento, al menos algunos podrían hablar de esa cuestión en sus memorias autobiográficas. Sin duda, un buen negocio.
Al ritmo de todo esto se nos aproxima, por todas partes, invadiéndonos ideológicamente, como una necesidad necesaria, irremediable, la solución sacrosanta a todos los males del sistema educativo español: “la permanencia”. De la “educación para toda la vida” se ha pasado al nuevo discurso de “la permanencia”, el control productivo (improductivo por otra parte) del proceso educativo. La permanencia no es sino otra vuelta de tuerca en el proceso de control kafkiano del alumno. Con la permanencia se pretende controlar el ritmo de “formación” de los estudiantes (formación que se debe leer como deformación definitiva de su educación). La universidad -fábrica para mayor beneficio de los promotores de mano de obra barata. Todo lo demás: “economía del conocimiento”, empleabilidad, competencias… no es sino pura palabrería.
Hay que mejorar muchas cosas
Debemos apostar por una universidad solidaria. Una universidad dispuesta a defender lo público, una universidad que tome la calle de verdad, con ganas, para decir no a las reformas educativas y laborales. Debemos mejorar los servicios, con una gestión eficiente, una gestión con “rostro amable”. Mejorar los procesos de matrícula, los presenciales y los procesos telemáticos. Mejorar las infraestructuras y superar, de una vez por todas, las barreras arquitectónicas (a ver si nos dan un premio por eso). Debemos edificar una universidad participativa, democrática, sin persecuciones ideológicas, sin expedientes políticos.
Necesitamos una universidad con más salas de estudio, porque los estudiantes queremos estudiar y necesitamos esos espacios, y los estamos demandando siempre. Queremos una universidad que se replante los mecanismos que se establecieron para proceder a la extinción de las antiguas titulaciones. El modelo de extinción de titulaciones ha hecho mucho daño, debemos ser conscientes y si se quiere, se puede reconducir la situación para que no afecte a tanos alumnos y alumnas. Necesitamos una universidad que no nos deje sin servicios básicos a los alumnos en medio de ese cierre “patronal” durante las vacaciones navideñas (medida de alcance estético).
Nuestra universidad puede ofrecer un servicio de alojamiento más digno, mejorar las infraestructuras de los colegios mayores y la residencia universitaria. Se debe terminar con el afán recaudatorio, las paulatinas subidas de precios y el cobro de servicios que no se dan (el cobro de una habitación que no te dejan usar durante el periodo navideño, por poner un ejemplo).
Para cambiar hay que mejorar
Para mejorar debemos identificar todos aquellos elementos negativos que afectan a nuestra universidad. Puede que la salida pase por una revolución de las de verdad. Un cambio en la raíz reproductiva de la sociedad, pero, por lo pronto, debemos señalar algunos de los nombres propios que dan rostro al proceso de liquidación de la Universidad de La Laguna. Son las personas que, de forma general y particular, con su aportación y bregar diarios, han contribuido al desmantelamiento de nuestra universidad. El fracaso de la ULL tiene sus responsables:
Rodrigo Trujillo González, José María Palazón López. Catalina Ruiz Pérez, Gracia Rodríguez Brito, Justo Roberto Pérez Cruz, Juan Felipe Pérez Francés, María Nélida Rancel Torres, Hipólito Marrero Hernández, Miriam Catalina González Afonso, Carlos Guitián Ayneto, José Miguel Pérez García, José Ignacio Wert Ortega, Justo Jesús Artiles Sánchez, José Manuel Rodríguez Calero, Antonio Rodríguez Hernández y, como no, el rector de la ULL, Eduardo Doménech Martínez. Don Eduardo es uno de los máximos responsables del deterioro de la Educación Pública en Canarias (aunque él ni se lo quiera creer, y se sienta algo pequeño para merecer semejante “título”). Pero como hemos señalado, la destrucción de la Educación Pública se gesta en una especie de entorno colaborativo, un marco donde interviene mucha gente jugando diferentes papeles. Doménech, como rector del mayor centro de estudios de Canarias, juega su particular y nefasto papel.
Por nuestra parte
Seguiremos en movimiento. Seguiremos luchando por una educación pública y de calidad; seguiremos respondiendo a las voces de un estudiantado cada día más crítico. Y desde aquí, desde esta tribuna, saludamos a todos nuestros compañeros, especialmente a los represaliados. Saludamos a los estudiantes de enseñanzas medias y rechazamos la persecución que vienen sufriendo muchos de ellos después de las movilizaciones de octubre. Y para quien diga que AMEC es un grupo que no colabora, tendemos la mano al trabajo conjunto, se la tendemos a todos los grupos de este Claustro; eso sí, con una serie de condiciones: ¡No a Bolonia!, ¡No al Reglamento Disciplinario franquista!, ¡No al Servicio de inspección! y ¡No a Eduardo Doménech Martínez!
Miembros de este Claustro, equipo rectoral, miembros de la mesa, Señor Eduardo Doménech: ¡AMEC NO SE VA!
