12 de diciembre de 1977-12 de diciembre de 2013
El movimiento estudiantil lagunero no olvida a JAVIER FERNÁNDEZ QUESADA. Ahora más que nunca, la memoria colectiva -la memoria de lucha- debe ponerse al servicio del futuro.
¡Defendamos nuestro futuro!
La aprobación de la LOMCE y la consolidación de un modelo universitario excluyente (Convergencia Europea o Plan Bolonia) arrinconan a la juventud canaria. Defender la Educación Pública se hace cada vez más complicado teniendo en cuenta la situación a la que nos enfrentamos en estos momentos. En otras ocasiones, hemos hablado de precariedad y de desposesión, palabras necesarias para entender el proceso que estamos viviendo. Debemos comprender que la precariedad está vinculada a un proceso de desposesión masiva, proceso que se explica en la acumulación de capitales por parte de las élites dirigentes. Los actuales amos del dinero conciben la privatización de los servicios públicos (sanidad, educación) de la misma manera que los viejos capitalistas entendieron, originariamente, el proceso de acumulación de capitales: la expropiación por medio del saqueo y la rapiña.
La crisis se ha convertido en tierra de promisión para especuladores de todo tipo, especialmente para determinados grupos de nuevos (y viejos) oligarcas dispuestos a no perder las oportunidades que les ofrece la crisis y el discurso político neoliberal, que fundamenta el desprestigio de lo público -las prestaciones públicas- propiciando las doctrinas que defienden los supuestos parabienes de la gestión privada. Y desde esta vertiente gana terreno la lógica de obtener beneficios de cualquier manera, es decir, la privatización absoluta de lo público, o la privatización de determinados servicios -los más provechosos- dentro del complejo educativo o sanitario. En el caso de la Universidad, hemos de valorar como sus instalaciones se van llenando de negocios de todo tipo, las ya famosas “semiempresas” vinculadas a la Fundación General (Empresa) de la Universidad de La Laguna (FGULL), sin obviar la oferta formativa privada que se gestiona también a través de la Fundación.
Dentro de la ULL se ha montado otra Universidad, un centro privado (la FGULL), que controla determinada áreas de interés general, como pueden ser la gestión de los títulos de idiomas -imprescindibles para acceder a un máster universitario-, o una ristra de títulos propios (cursillos de todo tipo, másteres, etc.).
Por otro lado, la mercantilización de la Educación Pública viene acompañada de un retroceso en el marco de las libertades. Si bien es impensable que el colegio o la Universidad hayan sido alguna vez espacios democráticos, en los últimos años, y en consonancia con las reformas educativas, se ha perdido el poco reflejo democrático que, en base a ciertas inercias, se había colado por las rendijas de los centros de enseñanza. En la Universidad se vive, dramáticamente, esta situación, puesto que una masa de estudiantes, mayores de edad, ven suspendida su condición de ciudadanos y ciudadanas adultos desde el momento mismo que deciden matricularse de una titulación universitaria. El alumnado se convierte, desde ese momento, en la víctima propicia de un profesorado ávido de poder y reconocimiento, y, la víctima, asimismo, de un sistema universitario elitista, donde el voto de un alumno vale muy poco en los órganos de la institución, y se convive con un reglamento disciplinario franquista (en vigencia desde 1954), que deja desamparado al estudiante frente a cualquier arbitrariedad que se decida cometer contra él. La Universidad se convierte en la panacea del ordeno y mando totalitario; el ordeno y mando reaccionario que nunca, pese a lo que digan los voceros de la mentira, llegó a ser desterrado de la práctica política. En estas condiciones, la Universidad ya no puede ser vista como el espacio de las libertades y la crítica que falsamente se ha querido promocionar desde determinados grupúsculos interesados y desde los ajados gestores de la nostalgia.
Javier Fernández Quesada: ¡No olvidamos!
La lucha estudiantil lagunera tiene en Javier Fernández Quesada uno de sus principales símbolos. Su muerte, a manos de la Guardia Civil el 12 de diciembre de 1977, ha sido siempre un motivo de lucha -de reflexión y lucha- para el movimiento estudiantil y para la clase trabajadora canaria. Javier representa ese futuro cercenado, su eterno rostro juvenil es el exponente de la vida robada: el futuro envilecido y sustraído para siempre. En su juventud se reflejan nuestros anhelos y sueños, y en su muerte trágica, el golpe que no deja de doler y que arrambla, una y otra vez, con ese mundo-esperanza -ese mundo verdaderamente esperanzado-, que empezamos a edificar nada más tomar consciencia en los primeros años de nuestro despertar colectivo. Y a la manera de eterno retorno, cada 12 de diciembre, soñamos con poder abalanzarnos delante de nuestro caído, nuestro hermano, abalanzarnos delante de él y detener mágicamente las balas para que nunca muera Javier.
Pero recordar a Javier no debe ser un ejercicio de nostalgia ni de militancia hueca. Muy por el contrario, ese ejercitar-la-memoria debe ser motivo de movilización. Javier, cada nuevo aniversario, debe señalar la hora de la lucha, al menos debe suponer su recomienzo una vez más. Hacer memoria y, por tanto, reivindicar nuestra digna tradición de lucha en la que junto a Javier Fernández Quesada situamos a los estudiantes Bartolomé García Lorenzo* y Belén María Sánchez Ojeda**; todos ellos, la memoria fuerte de un legado de lucha y de sangre derramada por los infames cercenadores de la juventud canaria.
Pese a ser conscientes del momento que vivimos y de la amenaza constante de la desmovilización, cada 12 de diciembre debe ser un día para la toma de consciencia, un día de lucha por la libertad y la democracia. El 12 de diciembre, debemos reivindicar una educación para la libertad, una educación incluyente, una educación y una sociedad igualitarias, una Universidad para todos y todas. Una sociedad en la que se termine con la tiranía del capital, entendiendo que la única lucha real, la única lucha que se entiende como verdaderamente transformadora es la lucha que se piensa como lucha de clases: la lucha de los desposeídos y oprimidos contra los que desposeen y oprimen.
* 24 de septiembre de 1976: el estudiante de La Universidad de La Laguna Bartolomé García Lorenzo fallece después de dos días luchando por su vida tras ser tiroteado por la Policía en Somosierra.
**25 de julio de 1980: la estudiante Belén María Sánchez Ojeda muere atropellada mientras reivindicaba, junto a su familia, los derechos de los estibadores en el Puerto de la Luz. No se trató de un suceso fortuito.
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En el siguiente enlace puedes encontrar la publicación realizada por AMEC el año pasado y, en su interior, las publicaciones de otros años.
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