La principal medida “anti-crisis” que se le ha ocurrido al rector de la ULL –su medida estrella- es cerrar las puertas de la institución durante las fiestas navideñas, la Semana Santa y el verano. En AMEC lo tenemos claro, decimos “¡NO AL CIERRE!”. Las instituciones no se deben cerrar, mucho menos las bibliotecas.
El cierre de las instalaciones de la ULL implica, entre otras cosas, la clausura de las bibliotecas. Los alumnos y alumnas no podrán usar las bibliotecas y todos los servicios que las mismas ofrecen a lo largo de los días que persista el cierre de las instalaciones universitarias. Como medida compensatoria, se mantienen en funcionamiento una serie de salas de estudio. Una mediada que, a nuestro entender, no compensa, puesto que una biblioteca es algo más que una sala de estudio. La biblioteca, al igual que el laboratorio, debe ser entendida como el “motor” que mueve los engranajes del conocimiento en el mundo académico. Aunque muchos han pretendido disuadirnos de esa realidad invocando los considerables avances de las “nuevas tecnologías” y los progresos que se han vivido en la Red, creemos que es un error pensar que la Red y las TIC están en condiciones de ofrecer una alternativa de calidad que nos permita prescindir de una biblioteca universitaria. En este sentido, no solo se tendría que ganar la batalla por la liberación del conocimiento en la Red, sino que se tendría que trabajar mucho más a favor de unos contenidos de calidad. Por lo pronto, los derechos de autor y, en general, los intereses comerciales impiden la gran apertura de la Red como herramienta de universalización de un conocimiento especializado. Por tanto, resulta ilusorio creer que un centro universitario pueda llegar a prescindir de sus bibliotecas, sus fondos generales y especializados. La defensa de las grandes bibliotecas, con sus libros “físicos”, de papel, con sus archivos llenos de documentos, sus hemerotecas, y, por supuesto, con sus archivos digitales, sus documentos sonoros, etc., continúa siendo necesaria, puesto que no disponemos en otra parte, en otro “formato”, de esa riqueza de contenidos.
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