Las patentes no hacen sino frenar el desarrollo de la ciencia y la humanidad

Eduardo Nacimiento - AMEC

k y k«La historia nos ha enseñado que no siempre el que patenta es el que inventa, y que muchas veces son los ricos los únicos que terminan patentándolo todo».

Casi todos los días vemos noticias en la que las grandes transnacionales, sobre todo en el sector tecnológico, se baten en los tribunales donde jaurías de abogados hacen lo posible por derrotar al enemigo y conseguir el monopolio para sus empresas.

Nos venden que con esas medidas se está haciendo justicia, y que se está defendiendo a los creadores, que de otra forma no habría innovación y el mundo sucumbiría entre tinieblas ante las copias piratas. Todo mentira, como no podría ser de otra manera, ya que estas absurdas leyes de patentes, que permiten patentar prácticamente todo, lo único que hacen es favorecer el imperio capitalista, en el que la oligarquía mundial lucha por terminar de hacerse con el control de todo.

La historia nos ha enseñado que no siempre el que patenta es el que inventa, y que muchas veces son los ricos los únicos que terminan patentándolo todo. Tenemos ejemplos donde supuestos grandes inventores se aprovecharon de los descubrimientos de otros para hacerse aún más ricos, con casos tan importantes como los de Graham Bell o Thomas Edison, entre muchos otros, a la vez que los inventores morían en la miseria y el olvido.

Hay un ejemplo que suelo utilizar para demostrar la necesidad de compartir con el resto de la humanidad nuestros descubrimientos o ideas, y es que ¿De qué sirve tener conocimientos si no se comparten? ¿Que hubiera pasado si finalmente Johannes Kepler no hubiera accedido a las observaciones de Tycho Brahe? ¿Aún seguiríamos condenando las teorías de Nicolás Copérnico y Galileo Galilei? ¿Qué hubiera sido de Isaac Newton y Albert Einstein?

Probablemente, si Kepler no hubiera accedido a esas observaciones, gran parte de la evolución de las matemáticas y la física, y por tanto de las ciencias e ingenierías, no hubiera ocurrido, al menos de la forma en que lo hizo, y por lo tanto esas observaciones, que Tycho Brahe guardaba celosamente y a las que Johannes Kepler tuvo acceso en el lecho de muerte del primero, cambiaron el mundo, quedándose lejos de lo que en principio no eran más que unas observaciones celestes.

Sin entrar en si esa evolución realmente ha sido buena o no para la humanidad, ni en el uso que de la ciencia hacen los estados y la oligarquía contra las propias personas, una cosa está clara, y es que cualquier descubrimiento realizado está influenciado por otros anteriores y por la sociedad.

Creo que las palabras de Piotr Kropotkin tienen bastante que ver, y aunque él lo aplica de forma más general (eso ya sería otro artículo), se podrían aplicar fácilmente al tema de las patentes y a la propiedad privada de las ideas, y dicen así: «Todo se ensalza: ciencia e industria, conocimiento y aplicación, descubrimiento y realización práctica que lleva a otras invenciones, trabajo mental y trabajo físico. Cada descubrimiento y progreso, cada incremento en la riqueza de la humanidad, se origina en el conjunto del trabajo manual y cerebral de ayer y hoy. Entonces, ¿qué derecho tiene nadie de apoderarse de una partícula de ese todo y decir: ‘Esto es mío y no tuyo’?»

Fuente: www.eduardonacimiento.com

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