El carácter público de la Universidad de La Laguna se va desdibujando al tiempo que se continúan aplicando las políticas de reconversión educativa (Convergencia Europea o Plan Bolonia). Ya no se nos oculta que el futuro de las universidades públicas pasa por recortar en número de alumnos y limitar la participación de los mismos en los órganos de gobierno de la institución. Hasta el momento, la propaganda institucional y la represión habían conseguido ocultar parte del mensaje crítico que proyectábamos los estudiantes en relación a la aplicación de determinadas políticas. La crudeza de la crisis y el fracaso de la extinción de titulaciones (cientos de alumnos y alumnas perjudicados) han puesto sobre el tapete la trama perniciosa de ese proceso de transformación de las universidades públicas. Hace pocos días los medios de comunicación se hacían eco de las cifras que reflejan la situación en la que nos encontramos en estos momentos: “La subida de las tasas resta más de mil alumnos a la ULL”. En resumen: “Menos estudiantes nuevos y más abandono”. Estar en la Universidad se ha convertido en una auténtica carrera de obstáculos, al coste de las matrículas se une una política de becas que ha destruido el sentido que hasta el momento tenía una ayuda pública al estudio. Asimismo, la perniciosa gestión de las becas del Gobierno de Canarias las ha convertido en un auténtico martirio para el estudiante (convocatorias que se retrasan, listados que no terminan de publicarse, etc.). Al mismo tiempo, se recortan servicios y se encarecen otros. La precariedad inunda todos los aspectos de la vida universitaria y la información no termina de fluir pese a la supuesta implementación de las redes telemáticas, las quejas terminan en la papelera y se nos amenaza constantemente con recortar nuestra participación en los órganos de decisión. A todo esto se une un Servicio de Inspección que ha sido utilizado como mecanismo de control ideológico dentro de esta institución, una herramienta silenciadora al servicio del rector. Un rector que continúa aplicando sin pudor un Reglamento de disciplina universitaria del año 1954. Un reglamento que no cuenta con mecanismos que permitan la defensa de los encausados.
Tenemos muchas razones para seguir luchando por nuestros derechos, muchas razones para seguir alzando una voz crítica, una voz viva y comprometida en el Claustro de la ULL. ¡Defendamos nuestros derechos! ¡Sigue en movimiento!
¡Defiende tus derechos!