Carta abierta al rector de la ULL [ABC 21/03/2012]- Daniel Molini

Si no somos capaces de dialogar y entendernos en la Universidad, ¿qué nos queda fuera de ella?

Estimado rector, a propuesta del Jefe de Servicios de Inspección de la ULL, usted decidió incoar expediente disciplinario a 23 miembros claustrales, y alguno no claustral, del grupo estudiantil AMEC (Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario). Los motivos: un comunicado de prensa que los jóvenes difundieron, dando cuenta del retraso de becas por la falta de diligencia de una facultad, concretamente la de Psicología.

La portada de los periódicos señalaban la fecha del acontecimiento: 1 de marzo de 2011. En el texto, los estudiantes pedían “agilizar los trámites para no causar demasiados perjuicios a las personas damnificadas por la mala organización…”, instando a los responsables tomar las medidas oportunas “para que un caso de estas características no vuelva a repetirse.” Días después, el decano de la Facultad de Psicología, utilizando también los medios de comunicación, negó las acusaciones de negligencia en la solicitud de las becas, asegurando que todas las ayudas habían sido bien gestionadas y acusando de mala fe a AMEC por publicar esta difamación.

Hasta aquí los hechos, parecidos a los de cualquier controversia en las que se empeñan los seres humanos cuando mixturan dudas con certezas, verdades con errores, información cierta con información probable, datos contrastados con datos a medio contrastar, inexperiencia con afán de justicia y ganas de llegar con regresos de personas que conocen fatigas.

En su explicación a los medios, el decano de la Facultad de Psicología detalló como fueron tramitadas las becas, así como otras resoluciones que daban cuenta de la buena gestión de la institución académica. Posteriormente, el día 14 de marzo de 2011, con el enfado todavía en las venas, ¿por lo que consideró un acto indigno?, trasladó las críticas de los estudiantes al Servicio de Inspección de la Universidad.

Los alumnos, una semana después, y siempre en los medios, aclararon que no tuvieron intención de criticar el trabajo del personal “ya que no pueden sino admirar el esfuerzo diario que realizan a pesar de los escasos medios“. A pesar de lo fácil que hubiese sido hablar, mirándose a los ojos, los escritos se sucedían, hasta que en mayo de 2011 se abrió un expediente informativo en el Servicio de Inspección, por la presunta comisión de dos faltas: a) ofensa grave de palabra u obra a compañero, funcionario y personal dependiente de la Facultad de Psicología y b) falta de probidad.

Usted sabe, señor rector, que la normativa utilizada para estudiar este asunto es más vieja que la injusticia, de tiempos en que la autoridad se imponía por métodos distintos a los actuales, y permite imponer sanciones tan graves como la inhabilitación perpetua para cursar estudios en todos los centros docentes. Con el atrevimiento propio de un entrometido me he puesto en la piel de esos muchachos, y como antiguo universitario he decidido hacerle llegar las siguientes reflexiones. Si es verdad que la docencia implica la transmisión de conocimientos, habilidades y actitudes, ¿qué les estamos enseñando a nuestros alumnos?

¿Cómo es posible que un comunicado, a la postre anulado por otro, pueda generar tanto encono? ¿Cómo es posible que la falacia de unos —si es que existió— no se pueda contrarrestar con la verdad de otros? Una mentira —si es que existió— se anula con la verdad, sobre todo si la poseen los más fuertes, capaces de amplificarla con facilidad.

Usted es el más fuerte señor rector, y su cargo le obliga a actuar con grandeza, evitando dirimir conflictos con reglamentos redactados por dictadores. Si no somos capaces de dialogar y entendernos en la Universidad, ¿qué nos queda fuera de ella?

Fuentes: http://libertadenlaull.wordpress.com/

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