Una de las medidas más irracionales que tomó el rector Eduardo Doménech fue la de obligar a los residentes y colegiales a sacar sus pertenencias de las habitaciones durante el verano. Una medida que se entiende todavía profundamente más irracional cuando se advierte que casi todos los centros de alojamiento de la ULL permanecen cerrados durante el periodo estival.
El desalojo durante el verano
El desalojo de las habitaciones fue una medida tomada por el actual rector al principio de su primer mandato. Una medida que no se justificaba, puesto que no era necesario obligar a desalojar unas habitaciones que luego permanecían sin ser utilizadas durante todo el periodo vacacional. Unas habitaciones de las que no se obtenía ningún rendimiento extra que redundara en beneficio del propio centro. Desde nuestra perspectiva, el desalojo solo se justificaría si el objetivo fuera lograr algún beneficio económico para el centro y, no nos olvidamos, cumplir con los compromisos institucionales de la ULL que impliquen alojamiento de personas (intercambio del PAS, etc.).
Desalojar solo lo que sea necesario
Obviamente, solo se justificaría el desalojo de aquellas habitaciones que fueran necesarias para cumplir con una demanda de plazas prevista mucho antes del cierre de los centros. Los colegios mayores y la RUPI no son hoteles ni pueden serlo legalmente. Por tanto, el alquiler de habitaciones se debe hacer cumpliendo con un protocolo que permita, únicamente, la reserva de habitaciones a personal universitario –profesorado, investigadores o alumnado- de otras latitudes, puesto que el PAS tiene su propio convenio interuniversitario de intercambios.
Otra cuestión a tener en cuenta es lo absurdo del desalojo durante el verano de los usuarios naturales de los centros cuando ellos, en algunos casos, desean quedarse y están dispuestos a abonar una mensualidad. Tampoco se entiende que durante los “cierres patronales de la ULL” de Semana Santa y Navidad se continúe cobrando a los residentes y colegiales por un servicio que no están recibiendo.
Doménech y los centros de alojamiento de la ULL
La relación del rector saliente con los centros de alojamiento ha sido complicada, y a lo largo de los años de su mandato se han producido movilizaciones cíclicas de colegiales y residentes. La movilización de este colectivo comenzó, con fuerza, cuando finalizaba el mandato del rector que precedió a Doménech en el cargo y se prolongó a lo largo de los ocho años de gobierno del ahora saliente.
Sin duda alguna, el primer mandato de Doménech fue, profundamente, anticolegial. En ese sentido, no se titubeó a la hora de orquestar una campaña repleta de argumentos falaces contra los centros y sus moradores, una campaña que dañó la imagen de los “usuarios” y que tenía como triple objetivo: 1) desarraigar a los residentes y colegiales del centro; 2) sacar un rendimiento económico extra a los mismos (rendimiento que luego se ha demostrado poco factible); y 3) liquidar la contestación estudiantil que emanaba de los centros de alojamiento.
En la ULL debe primar lo racional
En la ULL debe primar lo racional y no la acción mal entendida; es decir, debe primar lo pensado frente a un actuar irreflexivo, que suele terminar generando conflictos que se enquistan y dañan la convivencia democrática dentro de la comunidad universitaria. Desde la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario (AMEC), pedimos a los candidatos a dirigir la ULL -doña Olga Alegre, don Juan Capafons y don Antonio Martinón- que se comprometan a pensarse mucho el tema del desalojo de los centros y el cobro de servicios que no se ofrecen en determinados momentos. De forma particular, solicitamos a los candidatos que se comprometan, en firme, a terminar con el desalojo de habitaciones que no vayan a ser utilizadas durante el periodo vacacional. En definitiva, no tiene sentido obligar a los residentes y colegiales a sacar sus pertenencias cuando la habitación que se les ha asignado va a permanecer clausurada durante el periodo en el que el centro está cerrado o no puede ser utilizado por los estudiantes.