Las primeras palabras de nuestro portavoz Josafat González han sido para recordar la situación que vive Guazimara Vera, a la que se le piden cuatro años de cárcel por participar en una concentración a las puertas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Un claro intento de criminalizar y desmantelar el Movimiento Estudiantil Canario. González también ha tenido palabras de apoyo para el joven activista saharaui Hassanna Aalía. Recordando la terrible situación que está viviendo en estos momentos (AMEC lleva al Claustro de la ULL la petición de asilo político para Hassanna Aalía).

Un momento de la intervención de Josafat González
La ULL cierra un ciclo, esperemos que sea un ciclo sin capacidad de retroceso, sin herencias podridas. Aunque eso es pedir demasiado a una institución que se ha quedado demasiado tiempo a la zozobra, embarrancada en el pensamiento único, en la pobreza creativa e ideológica de un tiempo que no ha dejado de perfilarse monocromo; Universidad grisácea del sur, del viejo sur colonial, por más que estemos en el hemisferio norte. Pero ya se sabe, uno de los grandes problemas de la Universidad de La Laguna es la desubicación, la confusión, la fiesta (no debemos olvidar que nuestro rector fue aquel que institucionalizó la fiesta universitaria, la ya olvidada FICULL, dando con eso finiquito a esas otras fiestas no tan institucionales, pero de raigambre y tradición estudiantil). La fiesta, decimos, puesto que en la ULL hemos vivido una buena fiesta a lo largo de los últimos años, un auténtico desenfreno colectivo, una fiesta de esas, con sus gigantes y cabezudos, esos tampoco podían faltar. En la ULL hemos vivido el desmelene, por más que algunos sean calvos. Pregunten en la Fundación Empresa si tienen dudas. Y, por desgracia, hemos tenido que aguantar de los malos, los peores; de los mediocres, los más flojos y decadentes. Pero, sin duda, en este gobierno, en su gobierno, señor Doménech, todos tenían derecho a vivir sus particulares sueños de grandeza, puesto que las pesadillas se las podían dejar a otros. Y, justamente, señor rector, ha sido de esa manera. Nosotros, los alumnos y alumnas, hemos tenido que administrar esas pesadillas. Aunque, por el contrario, la conciencia y el compromiso no han hecho más que crecer, no han hecho más que fortalecerse.
Por todo esto, señor Eduardo Doménech Martínez, desde la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario (AMEC), le damos las gracias, gracias por despertarnos del sueño democrático y por sacudirnos todas esas pamplinas que nos metieron en el colegio entre pecho y espalda; gracias por explicarnos, con pelos y señales, qué cosa es eso que llaman «tener poder”; gracias por dictarnos las mejores lecciones de toda una vida sobre cómo se debe imponer el orden y la disciplina. Usted y su ayudante, don Antonio Rodríguez (“tanto monta, monta tanto”), han sido verdaderos maestros, y nos han enseñado que creerse de izquierdas, como el que desoja una margarita (“te quiero no te quiero”), no tiene nada que ver con ser verdaderamente de izquierdas, es decir, no tiene nada que ver con mantener un compromiso solidario, mantenerse de pie, firmes, dignamente firmes, mantenerse sin aflojar un ápice mientras eres azotado por la mentira y por la infamia. En ese momento, despiertas de golpe en la realidad, en la pesadilla. En ese momento te das cuenta de que hay un tipo en esta Universidad que ha tenido las cosas claras. Un rector dispuesto a pasar a la historia de nuestra joven Universidad (no tenemos ni 100 años de historia, por mucho que ustedes se empeñen en creerse bicentenarios), un rector dispuesto a pasar por encima de cualquiera: disciplinando, ordenando y destruyendo si fuese menester.
Esta intervención se debería llamar “Juicio político al rector Doménech”. Y, ciertamente, esta sesión del Claustro de la ULL -en este paraninfo- es el lugar perfecto para desarrollar ese juicio político. Pero creo, señor rector, que debemos resistirnos y moderarnos antes de que nuestros anhelos terminen por convocar a alguna especie de Robespierre exterminador. No seremos demócratas brillantes, con esa solera de ustedes, pero sabemos perfectamente que la justicia, la verdadera justicia, debe servir para reformar y construir un mundo mejor, un mundo más digno. Una Universidad democrática, una Universidad humanística y científica; una Universidad técnica y práctica al servicio de la sociedad y no al servicio del capital. Al servicio de la sociedad. Al servicio de la gente. Al servicio de sus alumnos y alumnas.
Desgraciadamente, hemos perdido tantas oportunidades a lo largo de los últimos años, nos hemos alejado tanto de esa sociedad, embebidos de gloria a lomos de un falso elitismo de cartón piedra. A lomos de una excelencia que no era, ni por asomo, excelente. Una excelencia, mero decorado de esta trama -ópera bufa o canto de sirena-, en definitiva, embelesamiento sistemático y crónico.
Hay que despertar, señor rector, hay que despertar en la realidad, en su realidad, en la realidad que nos ha impuesto por decreto. Esta Universidad alejada de la sociedad, contradictoria, decadente. Esta Universidad abocada a la ruina, a la ruina ideológica y material, esta es su Universidad. Y no puede mirara para otro lado, estos ocho años son suyos, estos ocho años le pertenecen. Y si tenemos problemas de infraestructuras, es culpa de usted, de su gestión: no fue eficiente. Y si la adaptación al Plan Bolonia ha sido un desastre, ha sido culpa de usted. Si no se cumplen los Estatutos, por más que usted maldiga esos Estatutos, es por su culpa, señor rector. Si las guías docentes causan risa al profesorado de la ULL (y se las pasan por donde les venga en gana), le garantizo que es culpa de usted. Y si el sistema de matrícula online se cae, ¿sabe de quién es la culpa? De usted, señor rector. Si no hay profesores para los Trabajos de Fin de Grado, la culpa es de usted. La culpa es de aquellos que montaron un modelo de titulación de grado sin tener en cuenta los recursos, los recursos humanos y materiales. Sí, es su culpa, ha sido su equipo, han sido las personas que usted seleccionó y que usted ha dirigido a lo largo de todos estos años.
¿Dimisiones? poquitas, poquitas. ¿Ceses? ¿Cuántos? ¿Ha cesado a alguien por los problemas de acreditación que sufre la titulación de Periodismo? ¿Ha cesado a alguien por esta caótica fusión de centros? ¿Alguien ha asumido su responsabilidad en esta Universidad cuando las cosas no salen bien?
Todo le ha ido tan mal a su gobierno que, mire usted, hasta su inspector, don Andrés Falcón Armas, sigue ahí, tan campante, cuando bien sabe usted que fracasó en su objetivo, tampoco ha sido eficaz su inspector. ¡¡¡Céselo!!!
Es muy difícil creer que este desaguisado, esta Universidad en perpetua confrontación, beligerante, alejada de la mesura y del buen criterio, pueda ser reconducida a alguna parte. Es difícil pensar en todo eso cuando solo sale en los medios de comunicación su peor cara, el rostro desencajado del conflicto, del conflicto seco y rabioso. Tiene usted una forma de pelear muy poco creativa. Se deja usted llevar por una rabia extravagante; se olvida usted hasta de sus amigos. Se ha creído usted mucho eso de ser un “hombre de acción”. Pero hay que pensar, y, cuando entramos en conflictos, hay que consultar. Hay que consultar a los sectores afectados. No pasa nada. No es, en absoluto, algo malo, por ejemplo, consultar con los alumnos y alumnas de Educación sobre los problemas que sufren en la Facultad. Antes de meterse a pelear, antes de meter a la ULL en fregados mediáticos, hay que sentarse, hay que hablar con la comunidad, existe un Claustro.
Prometió cambios. ¿De qué cambios estamos hablando? La prensa no habla de los logros de la ULL en el campo de las ciencias o en el campo de las humanidades. La ULL solo sale en la página de conflictos. Es usted una persona conflictiva. ¿Ha leído la prensa? Hoy sale la ULL en la prensa de Madrid, pero no es nada bueno, no. Habla de unos alumnos expedientados.
No olvide nunca, señor Doménech. Nosotros no lo vamos a olvidar. Ya puede contratar usted a los mejores hagiógrafos, le garantizamos que la verdad siempre termina por explotar, la verdad siempre ha sido explosiva.
No le vamos a acusar del sufrimiento de la humanidad, pero si del sufrimiento de mucha gente que no se lo merecía. Por mucho que usted se considere una buena persona. Más allá de que se crea absuelto de cualquier responsabilidad con respecto al abandono de sus estudios por parte de miles de estudiantes canarios, más allá de alumnos expedientados y arrastrados por la ULL como si fueran delincuentes, más allá de todo eso, señor Doménech, el tiempo se ocupará -se está ocupando- de poner a cada cual en su lugar.