La maldición de los Invisibles

Están a nuestro alrededor, son personas como tú y como yo, pero han desarrollado un superpoder: son invisibles. Nos rodean y se mimetizan con el entorno, un entorno hostil, una selva de hormigón y acero que absorbe la humanidad de la que un día fueron participes.

Fotografía de Sergio Larrain

Fotografía de Sergio Larrain

Imagínate que estas sentado en un banco y que nadie te observa, podrás ver el anormal funcionamiento de una sociedad que expulsa aquellas personas más débiles, que por diversos avatares de la vida acaban sin un techo bajo el cual  poder refugiarse, sin nadie que te tienda una mano amiga o simplemente unas palabras de aliento para poder superar un bache de enormes proporciones o un golpe que les desvía del rumbo de una vida planificada.

Quizás ya te habrás dado cuenta de que no es un superpoder, sino más bien una maldición de la diosa de la fortuna, una maldición que va mas allá del simple olvido, porque ese velo no llega a cubrirles en los momentos que desean y que les deja al descubierto de las malas palabras, gestos e inclusive de las agresiones físicas que los infrahumanos les dedican.

Carlos es uno de los invisibles que durante el día se dedican a recorrer los múltiples rincones de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, deseando que la luz de sol pudiera abarcar las veinticuatro horas del día pues es en esa luz donde encuentra la tranquilidad y donde las agresiones son menos frecuentes, le da miedo la oscuridad de la noche pues en ella encuentra su peor pesadilla, buscar donde poder refugiarse no solo de las inclemencias del tiempo sino también de los recuerdos de una vida pasada donde como el mismo confiesa, solo le preocupaba si al día siguiente llovería o podría finalmente ir a la playa con sus compadres a pescar entre las rocas.

Pero ocurrió lo impensable, le despidieron de la empresa, esta se encontraba en pleno declive pues los vientos de una crisis de proporciones dantescas barría con todo aquello que tantos años había costado construir, el dinero se agotaba y los amigos desaparecían, todo aquello que un día le rodeaba dejaba de existir como si de una vana ilusión se tratara.

Carlos se fue preparando para el peor varapalo que, inevitablemente, se le venía encima. Un día fue por el rastro y se compró un saco de dormir para poder mantener el calor en las frías noches; la semana previa a ser expulsado del piso por impago del alquiler, se fue recorriendo los rincones de Santa Cruz buscando los mejores lugares para el descanso y con el poco dinero que le quedaba se compro unas latas de atún, unas galletas y se permitió el capricho de una tableta de chocolate que le duro una semana, pues solo se comía un trozo por la noche.

La primera noche fue la más difícil, pero al final se acostumbro; cada día sobrevive y cada noche lucha por sobrevivir y que los fantasmas del ayer no se lo lleven, aunque se encuentra más débil y teme sucumbir ante sus incesantes llamadas.

En honor de estas personas ha surgido un pequeño movimiento solidario dentro de la Universidad de La Laguna, dirigido por estudiantes que, cansados ante la situación de desamparo que sufre este colectivo, ha decidido armarse con bocadillos, leche con café, chocolate, ropa y palabras de esperanzas para luchar contra los fantasmas que atacan a cada una de esas personas. Queremos demostrarles que no están solos, que siempre podrán contar con una mano amiga que les ayude en los momentos de debilidad, que siempre hay una luz al final del camino, y que inclusive en la noche más oscura siempre podrán observar una estrella.

Pero no es suficiente, se necesita que los entes públicos de la Isla destinen una mayor cantidad de recursos para poder devolver la dignidad que se les ha arrebatado, que puedan alzar sus cabezas  y no se sientan como ciudadanos de tercera.

Tenemos que luchar contra los estereotipos que soportan en sus cuerpos, no son vagos, no todos son alcohólicos o drogodependientes, muchos eran como tú y yo, personas golpeadas por imprevistos en la vida que no han podido levantarse y han sido atropellados por un tren de alta velocidad.

Míralos cuando pases por su lado, salúdalos, háblales demuéstrales que ese velo que les cubría está desapareciendo, ayúdanos a eliminar la maldición que la diosa de la fortuna de manera casi arbitraria les ha impuesto. Hoy ellos necesitan nuestra ayuda, quizá mañana la necesites tú, tu hermano, hermana, madre, padre o tus abuelos, creemos una consciencia sobre su existencia y busquemos una solución.

Una sociedad que se desentiende de los más vulnerables de su población es una sociedad condenada, pues su inhumanidad  les llevara a su destrucción.

Jesús Cristóbal Socas Trujillo 

Facebook /Grupo: Invisibles.

 

Los universitarios de las Islas están entre los que más abandonan sus titulaciones (Informe de la CYD)

La Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), otro de esos entes corporativos al servicio del dinero (del dinero para unos pocos), deja, en su último informe, al alumnado de las Islas por los suelos. Según este informe, nos quedamos a la cola en lo que a rendimiento se refiere, al tiempo que ocupamos los primeros puestos en el abandono de titulaciones. Por lo pronto, eso es lo que subrayan los medios de comunicación del dossier de la CYD, aunque dicho documento dice muchas más cosas sobre las universidades canarias.

Abandono de estudiantes La Opinión 27

La Opinión, 27 de julio de 2014

Obviamente, la CYD está al servicio de unos intereses muy particulares -y no se trata de cualquier cosa-, presidida por Ana P. Botín (nombre largo: Ana Patricia Botín-Sanz de Sautuola y O´Shea)*, la Fundación se define como una “iniciativa del sector empresarial, convencido de la importancia de las universidades para el desarrollo económico y social del país”. Desde AMEC, sin dejar de tener en cuenta estos “antecedentes”, consideramos que el documento debe ser estudiado y valorado (críticamente).

La “llamada de atención” la recibimos los estudiantes

La pésima situación en que se encuentran nuestras universidades canarias no se le oculta a nadie, pero la “llamada de atención” (al menos desde los medios de comunicación) la recibimos los estudiantes. La manera de dar publicidad al informe de la CYD (en lo que se refiere a las universidades canarias) nos hace recordar las opiniones vertidas recientemente por la CEOE sobre la formación de los canarios. El pasado 10 junio, la Confederación Empresarial aludía a la formación de los jóvenes de las Islas y nos dejaba un “sugestivo” titular en los medios de comunicación: “La CEOE achaca al bajo nivel formativo de los canarios las altas tasas de paro”. Una vez más, se colgaba a los canarios el sambenito de la escasa preparación.

Desde nuestra óptica, la forma de difundir los resultados del informe de la CYD cumple la misma función que el “titular” de la CEOE, especialmente cuando se señala que “los alumnos isleños (…) son los españoles que peores resultados obtienen en los exámenes universitarios”.  Lo que queda claro es que la CEOE y la CYD coincidirían a la hora de lanzar un mensaje sobre los estudiantes canarios (y los canarios en general). Un mensaje que proyecta una imagen poco positiva sobre su formación y capacidades. La pelota queda en el tejado de unos, los estudiantes y egresados, olvidándose “los analistas” de otros factores -creemos que objetivos-, que parecen no tener para ellos el mismo interés a la hora de describir la realidad social y económica de las Islas.

Qué dirá Doménech sobre el informe de la CYD

Sobre lo dicho por la CEOE, tuvimos ocasión -en la última sesión del Claustro- de solicitar a Eduardo Doménech que la ULL rechazara las afirmaciones de dicha asociación empresarial. En este sentido, creemos que  fuimos lo suficientemente claros a la hora de manifestar nuestras “dudas” sobre el «titular» que nos ofrecían los representantes del empresariado:

Para AMEC, se trata del clásico bufido ideológico de una patronal incapaz de dar respuestas y salidas a esta sociedad. Una patronal responsable directa del paro y la pobreza. La CEOE ha abanderado un modelo de desarrollo que ha destruido las Islas. Su incapacidad se proyecta, una vez más, sobre los jóvenes de estas Islas, se vuelve a escuchar la vieja melodía de la falta de formación de los canarios. La vieja melodía cargada de mentiras. La vieja melodía al servicio de este capitalismo fronterizo y depredador.  ¿Qué tiene que decir usted (Doménech) a todo esto? Solicitamos que la ULL rechace de pleno las afirmaciones de la CEOE.

Doménech respondió que lo afirmado por la CEOE no tenía nada que ver con la ULL. Que los empresarios se referían a temas de formación profesional y que no aludían  a la Universidad. Nosotros albergamos serias dudas, puesto que la CEOE no calificaba a unos alumnos en particular frente a otros, sino que se explayaba con toda la ciudadanía isleña, y si el nivel formativo de los canarios es bajo (según la CEOE), algo tendrán que decir las universidades canarias; universidades de las que salen cientos de egresados todos los años.

La cuestión, ahora, es saber qué dirá Doménech sobre el informe de la CYD. Suponemos que se escudará detrás de su cacareado “Pacto por el aprendizaje y el rendimiento académico de la Universidad de La Laguna”. Un pacto sobre el que tenemos también un punto de vista muy crítico, y que ya tuvimos ocasión de abordar en sesión claustral (Este “pacto” no es bueno para el alumnado).

Ser críticos con el modelo de universidad y de sociedad

Por nuestra parte, nos comprometemos a estudiar en profundidad el informe de la CYD, pero sin dejar de reseñar que en ese informe, como en lo que afirmaba la CEOE hace un mes y medio, hay mucho de ese “clásico bufido ideológico” de los responsables del paro y la pobreza.

No podemos rechazar de plano el informe de la CYD, pero sí podemos (y debemos) ser críticos con el modelo de universidad y de sociedad que defienden este tipo de fundaciones. En este sentido, tenemos que contextualizar la lectura que hagamos de ese informe.  El fracaso académico no puede ser proyectado únicamente sobre el alumno. Por lo tanto, es necesario abordar el asunto del fracaso académico teniendo en cuenta su carácter transversal y comprendiendo la complejidad del contexto socioeconómico insular. Es decir, superando en nuestro análisis el estrecho margen de lo estrictamente académico. De esta forma, lograríamos entender que el fracaso personal se sustenta en el fracaso de un determinado modelo de universidad y, sobre todo, en el fracaso de un determinado modelo de sociedad.

 

*En la Wikipedia pueden encontrar una biografía “rápida” de A. P. Botín.