
Brian Vargas Perera (AMEC) en un momento de su intervención
Antes de iniciar nuestra intervención, desde la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario (AMEC) deseamos felicitar al señor rector por poner en su lugar a la Subdelegación del Gobierno en Tenerife y a la Policía Nacional en lo que respecta a los “paseos” sin autorización -de estos últimos- por los campus de la ULL. Un tema de enorme trascendencia, pues, al contrario de lo que aventuraron los de siempre -esos supuestos defensores de la Ley y el Orden, promotores de la presencia policial en recintos educativos-, la reciente circulación de unidades policiales por Derecho no se debía a un interés por evitar los robos en las instalaciones, sino a la innecesaria protección de unos señores que organizaban un acto partidista en la ULL. Innecesaria protección –decimos- porque, pese a las alucinaciones de algunos y algunas, en esta Universidad no ha sucedido nada que demande dicha protección. La ULL ya se gasta, como se dice vulgarmente, sus dineros en seguridad. En este sentido, lo hemos manifestado muchas veces, para evitar los robos (no para controlar estudiantes) se debe hacer una buena planificación del servicio de seguridad que estamos pagando.
Por otra parte, queremos aprovechar para saludar desde aquí, desde este órgano universitario, la lucha contra el desalojo de las 77 familias que habitan la comunidad “La Esperanza”, en Santa María de Guía (Gran Canaria). El alcalde de Guía, Pedro Rodríguez, pretende desalojar a más de 200 personas (la mayoría menores) de la comunidad ocupada y autogestionada más grande de todo el Estado. Nuestra solidaridad con “La Esperanza”, un ejemplo de lucha y organización.
Finalmente, nuestro recuerdo y homenaje a los presos políticos saharauis, recordando que mañana, sábado 2 de abril, partirá, a las 12:00 horas, una manifestación desde la plaza Weyler de Santa Cruz de Tenerife en apoyo de su causa.
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«El elitismo de algunos y la incompetencia de otros han imposibilitado la necesaria identificación de la Universidad de La Laguna con las Islas. Un profundo desconocimiento o, lo que es peor, una ignorancia premeditada nos alejan de la que debería ser nuestra propia naturaleza. La Universidad no puede ser isla dentro de la isla».
Señor rector, señores y señoras claustrales:
Sin duda, el panorama es adverso para la Universidad de La Laguna y para Canarias. El debate parlamentario de estos días y el debate de hoy en esta casa suenan a hueco, carecen de chispa. Ni el primero mueve a Canarias ni este, por desgracia, moverá a la ULL. Esta institución, esta joven institución -creada (como ustedes saben) en 1927- no ha terminado de asentarse y de echar raíces en esta tierra; raíces que alimenten la necesaria y ansiada comprensión de una sociedad que no termina de vernos, a consecuencia de ese desarraigo, con la suficiente claridad. La ULL sigue en la distancia. La ULL permanece, socialmente, en un más allá. La ULL, tan mal acostumbrada, se lame la heridas y suelta su quejido. Los ocho años del anterior gobierno universitario pueden ser definidos como los años del quejido, los años del lloriqueo, años en los que se lloraba por todo: “no me financian bien”, “los profesores se me están quedando viejitos”, “no me dejan expedientar estudiantes”… como decimos: los años del quejido.
La ULL se queja, pero se trata de un murmullo estéril. Por tanto, sería un grave error que esta institución permanezca en ese lamento carente de energía, esa estrategia incapaz de transmitir confianza.
Pese a lo que se pueda llegar a pensar, no se trata de convencer a políticos y mercaderes, ya está bueno de vender esta casa, vender la ULL, como si fuera nuestra “propiedad privada”. No. La Universidad no nos pertenece. La ULL le pertenece a esta sociedad. La ULL es patrimonio del pueblo canario. Entendemos que se debe dar un cambio de paradigma. Un cambio en la forma de vernos y de ver nuestro reflejo en la sociedad. La Universidad se debe volcar con la gente; la ULL se debe desparramar en esta sociedad; la ULL debe ser el motor creativo, el mecanismo de transformación de estas Islas.
Podemos seguir quejándonos de los índices de acierto y error; podemos seguir leyendo encuesta y vivir iluminados por los resultados que obtenemos en un
simulador, ya sea de Singapur, Hong Kong o Taiwán, lo mismo da, puesto que la vinculación a esos rankings, lo único que acrecientan es el colonialismo académico anglosajón, y de esa forma no se avanza; podemos seguir contando egresados, papers, tesis…. Incluso, podríamos mantener sin modificar -esperemos que no- todo ese conjunto de normativas y reglamentos inservibles que obstaculizan lo auténtico y lo importante de la vida universitaria; reglamentos y normativas que no sirven ni van a servir, al menos en su redacción actual, para mejorar la ULL (la Normativa de Progreso y Permanencia es un ejemplo de normativa perjudicial, pero también podemos referirnos al articulado de Reglamento del TFG o al del Tribunal de Evaluación Curricular por Compensación). De la misma forma, se podrían restar derechos y conquistas al estudiantado en unos nuevos Estatutos; pero -hagan lo que hagan- nada va a cambiar. El problema de la ULL no son los estudiantes ni sus resultados; los problemas de la ULL no están en los Estatutos. El gran problema es la desconexión de la ULL con la sociedad. La ULL no piensa lo suficiente; no se esfuerza lo suficiente; la ULL no se comprende lo suficiente; y por eso sufrimos esa especie de cortocircuito entre la ULL y Canarias. El problema de la ULL no es un problema económico, eso puede que en lo mundano, el problema de la ULL es de comprensión de la realidad, de su realidad y de su entorno.
El elitismo de algunos y la incompetencia de otros han imposibilitado la necesaria identificación de la Universidad de La Laguna con las Islas. Un profundo desconocimiento o, lo que es peor, una ignorancia premeditada nos alejan de la que debería ser nuestra propia naturaleza. La Universidad no puede ser isla dentro de la isla. La ULL no puede terminar convirtiéndose en un salón de actos donde los encantadores de serpientes, los políticos de cualquier partido, nos vendan sus fantasías y su humo.
La Universidad de La Laguna debe aprender a ser ella misma maestra de la pasión. La ULL debe concentrar sus energías para impregnarse de una nueva sensibilidad. En la ULL ha faltado sensibilidad; poesía; ciencia y poesía: ciencia poética. La ULL debe ser capaz de materializar sus deseos. Como si se tratara de un cuerpo vivo, una casa con alma, ser capaz de irradiar más allá de sus muros, de dar lo mejor para recibir…para saber también recibir lo mejor. La ULL debe conquistar los corazones de estas Islas, debe aprender a amar para ser amada.
Algún día, cuando termine las calumnias y enfrentamientos, los ultrajes, se corrijan los errores; el día que de verdad nos sintamos amados, el día que esta sociedad se sienta orgullosa de esta Casa; el día que la mirada de nuestra gente se detenga emocionada frente a los muros de su Universidad, ese día, se habrá ganado la batalla.
Pero las cosas no son fáciles; ni la mejora en la estadística conseguirá resolver nada. Ni castigando estudiantes ni reprimiendo con reglamentos y normativas maltraídas se conseguirá mejorar la ULL. El problema no son los estudiantes. El problema es la falta de honestidad de esta institución, la falta de honestidad consigo misma para conseguir el respeto de la gente, de nuestra gente.
Los políticos y sus políticas no dicen nada, no hablan de la Universidad y sus problemas, poco les importa y les ha importado. A nosotros nos gusta la política, estamos politizados hasta el tuétano, pero los políticos profesionales no nos representan. No nos gusta la política espectáculo; nosotros queremos poesía que sea poiesis creadora. Queremos una Universidad de cimiente radical, una Universidad que se levante insurgente y se levante al unísono con esta sociedad.
La ULL debe apostar por un cambio de trayectoria. Si no damos el gran viraje, el gran cambio de rumbo, nos pasaremos en un eterno y catártico remiendo del remiendo. Nos veremos abocados a recurrir al “quejido” que aludíamos anteriormente. Sin duda, la ULL necesita mejorar su financiación, pero esa mejora pasa por una apuesta real de esta sociedad por su Universidad, por una identificación plena en los objetivos. La ULL debe ser socializada, debe ser el ágora, el epicentro desde el que se pueda irradiar cultura en toda su amplitud. La Universidad debe dejar de ser un lugar para el negocio y pasar a cumplir con aquellos valores que la determinan como el lugar de la crítica, la formación y la investigación. Por esa razón, se debe terminar con los paternalismos y con el autoritarismo amparado en una “libertad de cátedra” mal entendida. La ULL se debe alejar de intereses particulares, se debe alejar de la simpleza de espíritus ambiciosos y, de esa forma, se debe cuidar de no caer en las marañas que desvirtúen objetivos o nutran corruptelas.
Tenemos muchas cosas que cambiar y generar nuevas relaciones, esas relaciones de las que hablamos, ser la Universidad que necesita Canarias. Debemos hacer un esfuerzo para ser humildes, reconocer nuestras carencias, asumir que se han hecho muchas cosas mal, que la institución necesita comprenderse para luego poder afrontar los grandes problemas. Debemos abandonar el falso orgullo, reconocer que edificios como el de Bellas Artes salieron mal, asumir que la “corona” no tiene en ese centro su «joya», asumir eso para no perjudicar a los estudiantes. En este sentido, debemos hacer un esfuerzo global para mejorar las infraestructuras, ya hemos hablado largo y tendido en este Claustro, ya hemos presentado informes, hemos consensuado propuestas.
Don Antonio, falta valentía, no queremos ser duros ni acusarlo a usted de aquello que debe nacer del esfuerzo colectivo de toda la comunidad, de aquello que debe empezar con un profundo cambio de conciencia colectiva. Pero, usted, señor rector, puede hacer mucho, puede alimentar esas transformaciones. Señor rector, la asignatura pendiente es la transparencia y la apertura de la ULL. Sea usted, con todos y todas acompañándole, el que se encamine en esa dirección, hacia esa apertura, que la ULL abra sus puertas a la sociedad; que la ULL pueda llegar a esa comunión de intereses
Estamos convencidos de que ese es el buen camino. Hagamos el esfuerzo entre todos y todas de transitarlo.
Muchas gracias